No somos animales: apuntes sobre mi primer cortometraje.

En este post no voy a explayarme en los pasos para realizar un cortometraje, digamos, los detalles técnico-creativos: desde la escritura del guión hasta la planificación, grabación y edición del material. Sólo quiero compartir algunos detalles sobre la realización de mi primer cortometraje en la universidad.Hace once años estaba a la mitad de mi carrera (momento clave, al parecer, si tomamos la referencia a ese momento en este post), en la Escuela de Artes de la UCV (Universidad Central de Venezuela). En esta licenciatura, tienes que cursar cinco semestres de lo que ellos llaman «ciclo básico», donde haces un amplio (pero no tan exhaustivo) repaso de todo lo relacionado a las artes: historia del arte (pintura, escultura y arquitectura), teoría y épocas de la música (desde el paleolítico hasta John Cage), historia del teatro, del cine, de la literatura (universal y latinoamericana), psicología del arte, promoción cultural (la parte social, política y gubernamental, o algo así) y un gran etcétera. Además, tienes que elegir varias asignaturas extra para obtener créditos necesarios y acceder a la «mención», que es básicamente la parte de la carrera donde te especializas (como teórico, historiador, crítico, etc) de alguna de las ramas del arte: música, plástica, teatro, cine… Siendo la UCV una de las más grandes y diversas del país, podías obtener créditos en cosas tan disímiles como cartografía en la Escuela de Geografía, o practicando algún deporte (un año nadando no me sentó nada mal), tomando cursos de Así habló Zaratustra de Nietzsche o de literatura inglesa moderna en la Escuela de Letras. Tenías la libertad y la maravillosa experiencia de ir de aula en aula, facultad en facultad, caminando los largos trayectos colmados de jardines y cafeterías de esa ciudad universitaria patrimonio de la humanidad, mientras conocías la gente más variopinta y bebías un delicioso café caliente sobre el césped, esperando tu próxima clase. Aquellos eran los días…

Auditorio de la Facultad de Ingeniería, muy cerca de Humanidades, donde esperaba echado a mis clases.

Una vez terminado el ciclo básico y elegías tu especialización, comenzaba la cuenta final. Dependiendo de que área de la rama elegida te interesara (historia del cine, teoría del cine, análisis cinematográfico…) tenías que ir pensando en cual eligirías para realizar tu tesis de grado. Durante esos primeros momentos de la especialización atendí a una clase obligatoria llamada taller de cine, que fue determinante para mi en esta decisión un par de años después, pues ahí aprendimos las bases de la escritura de guión, producción, elaboración de presupuestos y rodaje de grabación. Después de algunos animatics (storyboards animados) y ejercicios de edición de vídeo, nuestra misión era realizar un cortometraje.

Por aquella época yo estaba un tanto obsesionado con Tarkovsky, por lo que me enfoqué más en la atmósfera y emociones (gestos, miradas) que otra cosa. No quería lidiar con diálogos, sobre todo porque no éramos actores y el hablar siempre complica todo, así que decidí fuese un cortometraje mudo. La idea era simple: la relación entre dos seres humanos en contraste con las de nuestra (no siempre gentil) Madre Naturaleza. Estructuré los actos como un relato/documental de Discovery Channel, acompañando los pasos en la relación de estos dos personajes con ciertos casos de interacción animal. No explicaré el sentido último del cortometraje, me parece bastante obvio, lo que si me gustaría decir es que es una comedia. Rara, con una atmósfera insoportable, si, pero comedia al fin.

Jonas Romero y Carlos Contreras, camarógrafos y directores de fotografía preparando un plano. Detrás pueden observar las bolsas negras cubriendo las ventanas.

Ya tenía la historia, ahora la grabación. Realizamos un plan de rodaje y comenzamos en el apartamento de mi gran amiga Cecilia, bajo la condición de que dejáramos los zapatos en la entrada para no dañar la alfombra. Grabamos con una Sony mini DV, el HD era algo nuevo y costoso en aquella época, así que nos quedamos en definición estándard. Para la iluminación, usamos grandes bolsas negras de basura y sábanas para tapar todas las ventanas, así podíamos iluminar con mayor control con lámparas improvisadas y la misma iluminación del apartamento. Encontrarán acompañando a este post algunas de las fotos que tengo suerte de conservar de aquel día.

La meta era conservar la misma iluminación, en lo posible, en los apartamentos de los dos personajes y las escenas en los pasillos, pues fueron rodadas en dos edificios distintos. Teníamos que mantener la ilusión de un espacio compartido, de que vivían en un mismo edificio. El resultado fue un calor infernal dentro del apartamento. Tratamos de paliarlo con algún ventilador y abríamos la puerta ocasionalmente para que circulara el aire, pero no queríamos molestar a los vecinos con el ruido así que lo sufrimos más de lo debido. Grabamos todas las escenas, limpiamos el suelo y descansamos en el sofá con algo de comer y unas cervezas.

Así que… aquí está el cortometraje. Pueden encontrarlo junto con mis otros cortos universitarios en mi portafolio. Para mí fue una experiencia muy grata realizando un vídeo y que sigo atesorando en mi memoria. Hoy en día después de tantos años, se me hace un poco difícil verlo, sobre todo por su lentitud (que sé era necesaria para el desarrollo de los personajes, ¡pero no tanto!) y sus fallas (si observan atentamente podrán ver papel de aluminio en alguna lámpara) pero considerop aún tiene algo que decir. De nuevo, mucho Tarkovsky. También películas de terror (de las cuales aún soy fan) y documentales (en aquel momento no imaginaba siquiera que terminaría trabajando varios años para The History Channel), pero todas estas influencias le aportaron al corto una atmósfera extraña que me sigue gustando. Muchas gracias por verlo!

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